Seguro que habéis intentado meter bebida en festivales de música. Con trucos enrevesados de bolsillos secretos, petacas, bolsas especiales o con mucha sangre fría y una riñonera. No obstante, todos estos quebraderos de cabeza son parte de la antigua normalidad. Aquella en la que los seguratas manoseaban todo tu cuerpo y metían mano a tus pertenencias sin miedo a ninguna extraña enfermedad. Una normalidad también hermosa, en la que podías perrear borracha de madrugada liándote con toda persona que se pase por delante tuya. Pero esta realidad se fué, no está. Y, aunque en su mayor parte son desventajas, también nos trae algunas cosas buenas.
En verdad esto no es una "guía" para meter bebida en festivales. Porque, para los festivales de la nueva normalidad, no hacen falta guías. Los infinitos protocolos sanitarios que tienen que seguir sus organizadores y operarios han convertido a los festivales en lugares en los que todo puede pasar (y entrar). Simplemente es una carta dando ánimos a amenizar un poco unos nuevos eventos que, por otra parte, son un coñazo.
En realidad esto no es una "guía" para meter bebida en festivales. Porque, para los festivales de la nueva normalidad, no hacen falta guías.
Todo esto surge de una prueba. Un colega y yo creíamos que, por las medidas de seguridad del covid, los seguratas no te podrían cachear. Tratando de verificar nuestras creencias, decidimos acudir a un festival haciéndonos pasar por "prensa", aprovechando que teníamos equipo audiovisual. No obstante, para sorpresa de los organizadores, la bolsa en la que teníamos el "equipo" estaba rellena de otra cosa. Nuestro plan salió bien, ya que el equipo de seguridad, efectivamente, no tenía autorización para cachear ni tocar los objetos de los asistentes. Hoy vengo aquí para detallaros la estrategia que usamos y que, de esta manera, vosotras podáis hacer lo mismo.
Lo primero que hicimos fue escoger algún tipo de bolsa o mochila no excesivamente sospechosa (ir directamente con la nevera de picnic estaría feo). En nuestro caso, escogimos una mochila especial para guardar el equipo audiovisual. La vaciamos por dentro e introdujimos una nevera portátil, en la que introdujimos nuestra reserva particular de cerveza. Para esta prueba, usamos Soleña, la marca blanca de cerveza suministrada por la empresa SuperSol, a 20 céntimos la lata y muy frías (recién sacadas del congelador). Como podéis ver en las fotos, incluimos un trípode para dar una visión aún más profesional.
Actualmente, a los festivales les interesa hacerse mucha promo, ya que les cuesta captar clientes, os podéis aprovechar de esto.
El segundo paso fue pasar los controles. Llegamos a estos, nos acercamos a una de las personas que organizaban el evento, dijimos que éramos de prensa y nos pasaron por una segunda entrada. Actualmente, a los festivales les interesa hacerse mucha promo, ya que les cuesta captar clientes, os podéis aprovechar de esto. En el acceso, un gran señor de Europa del Este nos roció con desinfectante (sí), nos midió la temperatura, nos leyó el ticket desde el teléfono y nos llevó a un segundo acceso de acomodadores.
Primera prueba superada y aún tenemos la cerveza. Los acomodadores nos sentaron en un sector, nos dijeron que para pedir bebida tendríamos que llamar a un camarero sin levantarnos de la silla (cosa que no íbamos a hacer) y desapareció. Segunda prueba superada, estamos dentro con nuestro pack de Soleña. Y, como era de esperar, ningún camarero apareció por nuestro sector, por lo que no tuvimos problema a la hora de sacar y consumir nuestras latas. Las cuales, por cierto, seguían bien frías gracias a la nevera portátil. ¡Éxito!
El segundo paso fue pasar los controles.
Llegamos a estos, nos acercamos a una de las personas que organizaban el evento, dijimos que éramos de prensa y nos pasaron por una segunda entrada. Actualmente, a los festivales les interesa hacerse mucha promo, ya que les cuesta captar clientes, os podéis aprovechar de esto. En el acceso, un gran señor de Europa del Este nos roció con desinfectante (sí), nos midió la temperatura, nos leyó el ticket desde el teléfono y nos llevó a un segundo acceso de acomodadores. Primera prueba superada y aún tenemos la cerveza.
Los acomodadores nos sentaron en un sector, nos dijeron que para pedir bebida tendríamos que llamar a un camarero sin levantarnos de la silla (cosa que no íbamos a hacer) y desapareció. Segunda prueba superada, estamos dentro con nuestro pack de Soleña. Y, como era de esperar, ningún camarero apareció por nuestro sector, por lo que no tuvimos problema a la hora de sacar y consumir nuestras latas. Las cuales, por cierto, seguían bien frías gracias a la nevera portátil. ¡Éxito!
Conclusión: meter bebida en festivales de la nueva normalidad es súper sencillo. Animaros a ir a festivales, que apoyáis a la cultura y podéis beber muy baratito dentro.