Político pero cool. Desgraciado pero guapo. Marginado social pero blanco rico europeo. Disidente sexual pero chico guapo hetero.
Abel Azcona tiene la identidad y el cuerpo perfectos para conseguir ser el gran rockstar del arte contemporáneo español.
Es el rockstar del arte contemporáneo de 2018, todo el mundo lo sabe. Sale en los telediarios, en los programas de los hipsters (véase Diario Vice) y hasta en las misas. Tiene exposiciones continuas a lo largo de todo el globo: salta de Pamplona a Italia, de Italia a Bogotá, de Bogotá a Chile, etc. Es el artista que está en boca de todo el mundo, el ejemplo de moderneo, el amor platónico de Cristina Cifuentes.
Pero… ¿Cómo ha llegado a este punto? ¿Qué ha hecho? ¿De dónde viene?
Su pasado es conocido, muy conocido, de hecho. Cuenta cómo explicación a todas sus piezas que es hijo de una prostituta heroinómana, que vivió muy mal hasta los muy pocos años. Que más adelante le adoptó una familia de bien en Pamplona, fanáticos religiosos, y que en la iglesia abusaron de él. Que tiene problemas psicológicos (juega mucho con esa idea, tiene una pieza en la que se encierra en una sala en soledad con su mente sin medicación, dice que lo pasa muy mal) y se quiere suicidar. Ha hablado mucho de su sexualidad fluida y su gusto por la auto flagelación.
Es el artista que está en boca de todo el mundo, el ejemplo de moderneo, el amor platónico de Cristina Cifuentes.
Esta historia vital, base de toda su obra y de su éxito, choca con su vida íntima. Tiene una novia formal y un montón de pasta. Va de hotel en hotel, de brunch en brunch, de jacuzzi en jacuzzi. No le veo yo muy por suicidarse. Lo del gusto por la autoflagelación se traduce en tener el cuerpo lleno de tatuajes, a lo indie rock star. Sin embargo el que su discurso artístico no cuadre al 100% con su experiencia vital actual no debería ser un problema en su trabajo. Puedes inventarte tu pasado, o adornarlo, cómo seguramente hizo Joseph Beuys. Al final, toda pieza artística es una ficción. En todo caso lo importante es ser consecuente con lo que ficcionas.
El problema no es decorar tu experiencia vital para incluirla en tu discurso, el problema es no tener más discurso que tu experiencia vital. El artista, en última instancia, es un sujeto que utiliza sus medios para repensar el mundo. Señalar problemas y dar soluciones. Esto se puede conseguir desde cualquier medio: pintura, escultura, escritura, música, fotografía, danza, performance… Sin embargo, si el único espacio del que hablas es tu propio ombligo, tu trabajo empieza a carecer de interés.
El problema no es decorar tu experiencia vital para incluirla en tu discurso, el problema es no tener más discurso que tu experiencia vital.
Y repito, esto no significa que no se pueda trabajar con la vida de uno. A veces para hablar de lo macro hay que hacerlo desde lo micro. Se pueden transformar realidades con actos vitales mínimos, cómo hizo Ghandi. Hay muchos lemas referidos a esto: menos es más, your body is a battleground, etc.
Lo importante cuando trabajas desde lo micro para afectar a lo macro, es que la acción que ejerces pueda ser reproducible a otras escalas. Aquí entra el trabajar desde lo local. Crear metodologías, tanto de trabajo, cómo de lucha política, cómo de liberación personal, que carezcan de autoría genial. Acciones que no sean tanto las piezas artísticas de un genio cómo actos comunes que toda persona pueda reproducir y que tengan una utilidad.
Volviendo a Azcona, no creo que sus acciones puedan entenderse cómo metodología. Trabaja con su experiencia vital para denunciar la pederastia, por ejemplo, pero se queda en un mero comentario provocativo. Su trabajo no parte de una experiencia íntima para llevarla a otro lugar. Si no que se queda en lo autobiográfico, no levanta la mirada de su ombligo.
Lo mismo pasa con meter fragmentos del muro de Berlín en el muro de Cisjordania.
O tatuarse el Make América great again en el ano. Son contextos culturales que no ha sufrido, que desconoce y de los que se aprovecha para politizar y actualizar su trabajo.
Por otro lado es cierto que está intentando trabajar desde fuera de su experiencia identitaria. De unos años atrás a ahora está trabajando con conflictos cómo el del muro de Cisjordania, la administración Trump o el fanatismo religioso musulmán. Aquí entra otro problema, que es el de trabajar con contextos que no conoces. Entiendo que, tras vivir abusos sexuales por parte de la iglesia cristiana, quiera denunciar esta situación.¿Pero por qué tiene que comerse un Corán? ¿Qué gana con eso? ¿Se ha leído el Corán al menos?¿Conoce el contexto sobre el que trabaja? ¿Es ético que critique símbolos culturales que no conoce solo porque “están de moda?
Lo mismo pasa con meter fragmentos del muro de Berlín en el muro de Cisjordania. O tatuarse el Make América great again en el ano. Son contextos culturales que no ha sufrido, que desconoce y de los que se aprovecha para politizar y actualizar su trabajo.
Cómo artista tienes vía libre para señalar los problemas del mundo. Pero siempre desde un análisis sesudo, trabajando realmente en el contexto del problema, desde dentro. Trabajando desde lo que conoces, desde lo que realmente te toca. Y dejando que los problemas que no te afectan sean denunciados y solucionados por aquellas personas que de verdad los conocen y sufren. Seguro que conoce mejor el problema de los desaparecidos en Bogotá un artista colombiano (si, existe arte fuera de Europa) que un europeo rico que aterriza tres días en la zona y se va.
Sexo, Iglesia, drogas, prostitución y tatuajes molones se combinan en su práctica dando lugar a la imagen del artista total.
Pero entonces, si su práctica artística tiene tantas deficiencias ¿Cómo es que le va tan bien? Repito, es el artista que actualmente está representando el arte político español en todo el globo. ¿Cómo ha llegado a este punto?
Muy sencillo. Lo primero a tener en cuenta es que fue adoptado por una familia pudiente. Ha estudiado en las mejores escuelas de Bellas Artes (no os creáis que ha pisado algo público en su vida). Le han presentado a las personas ricas que le tenían que presentar. Ha pagado todo lo que ha tenido que pagar para tener buenas expos y buen marketing en sus inicios.
Lo segundo es que ha jugado con lo que llama la atención, lo políticamente incorrecto, lo que vende: Sexo, Iglesia, drogas, prostitución y tatuajes molones se combinan en su práctica dando lugar a la imagen del artista total.
Lo tercero es que juega siempre con acciones chocantes y conceptos que se entienden rápido. Véase comerse un Corán, tatuarse el ano, prostituirse, sodomizarse o hacerse daño físico. Performance vistosa, de malote y de rápido consumo. Performance for Doomies.
Político pero cool. Desgraciado pero guapo. Marginado social pero blanco rico europeo. Disidente sexual pero chico guapo hetero. Abel Azcona tiene la identidad y el cuerpo perfectos para conseguir ser el gran rockstar del arte contemporáneo español.
Dicho todo esto, es normal que sea el artista favorito de Cifuentes.